Y seguía ahí. En la misma esquina, arrimado en el mismo poste de luz. No estaba seguro de cuanto tiempo había pasado desde la última persona que puso sus ojos en él. Cada vez que alguna persona pasaba por ahí él trataba de llamar su atención, pero la gente... la gente siempre está apurada, con su mirada en el suelo, triste. Salvo una que otra persona que camina feliz, talvés por que su vida tiene sentido; aún así, él sigue ahí, en silencio.
Que cómo llegó ahí? Bueno, eso es difícil de precisar. No se puede describir con certeza la vida de un paraguas. Hay paraguas con encajes para el sol, los hay de colores, de un color, con ojos y/u orejas. Grandes, pequeños, medianos.
Todos tienen una razón en común: proteger. Ya sea del sol, o de la lluvia.
Tomando su mano, que baja desde ese bracito largo, lo llevas contigo. Y juntos viajan, viven aventuras, él se moja por ti, tú lo cuidas, lo llevas siempre contigo, siempre de la mano... es incondicional. Lastimosamente, llega un momento en el que, cansado de tanta aventura, es un paraguas anciano y tiene que dejarte ir, él ya no puede ayudarte mas, ahora es él el que necesita de tu ayuda, para mantenerse en pie, para parecer un paraguas, para ayudarse a abrir su brazo y cuidarte, pero tu no puedes hacerlo, y buscas uno nuevo. Entonces deja de ser un paraguas para ser un par de alambres inservibles.
Pero él no. Su historia no es así. A él lo abandonaron en una esquina, arrimado en un poste de luz, cuando la aventura recién empezaba... ¿Porqué? Porque está mal. No cumple su misión. No sirve.
Sus ojos se clavan en él. Se acerca... lo levanta y lo lleva con el, es un paraguas otra vez.
Mientras camina, con sus tres hijos, su esposa y un solo paraguas en una lluviosa tarde en la capital, lo examina... Parece que no está mal, dice, mientras trata de arreglarlo para llevárselo. Pero mas adelante se rinde, lo abandona, en la misma esquina, en otro poste de luz.
Y él, convertido una vez mas en un par de alambres inservibles, pone aquella mirada esperanzada, silenciosa, que a gritos le pide al siguiente transeúnte que pase por allí, que no se fije en su condición y que lo lleve con el, a vivir aventuras.
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Breves reflexiones antes de darle otra vuelta al sol
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